Desde esta otra ventana yo contemplo
la violencia del norte en las praderas
arrasadas de octubre; la frontera
que mañana quizá será autopista
y que es hoy como campo de batalla,
tierra de nadie, orilla de este mundo.
No hay nada entre la tapia que amuralla
el Pardo y su ciudad, ayer pohibida,
con sus impenetrables encinares
y ruinas de olivares polvorientos,
y este barrio final, donde viviendas
de las que dicen unifamiliares,
altas torres y un zoco de verbena
conviven en un caos inconcluso
en que el gato salvaje merodea
y patrullan las motos en bandadas.
Por allá cruza el tren, hacia la sierra,
aullando a las chabolas insolentes
de ese extraño lugar que llaman "Pitis".
Tras él queda el silencio, y un revuelo
de polvo y de pedazos de papel.
Acaso grita un niño. Las farolas
se alumbran a este lado, y a lo lejos
alguien enciende fuego.
Fernando Lanzas, El frente de Madrid, Sevilla, Renacimiento, 1993.
Extraño lugar ése, cierto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y tanto.
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