Oh inclito Sevillano, príncipe de los anglófilos de alma aterciopelada tal las jugosas praderas oxonienses, ha entrado usted ya en el olímpico reino de los antologados. Larga vida.
Oh inclito Sevillano, príncipe de los anglófilos de alma aterciopelada tal las jugosas praderas oxonienses, ha entrado usted ya en el olímpico reino de los antologados. Larga vida.
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