Detesto las disputas literarias. No me gustaría acabar, como la mayoría de los poetas fracasados (vertiendo mis opiniones en los periódicos o, seguramente, en el mostrador de una librería de viejo), injuriando a mis colegas de "profesión" por el mero hecho de pertenecer a corrientes estéticas distintas. No. Prefiero mantenerme al margen de semejantes enfrentamientos, más acordes con la pataleta de un niño de seis años que con el ingenio de un verdadero intelectual. Así, que, toda esta parafernalia dialéctica, de insultos y puñaladas, de poéticas y contrapoéticas, me la tomo a cachondeo. Por eso me encanta la idea que tuvo, allá en su día, Felipe Benítez Reyes de inventarse un heterónimo para reírse de sus enemigos. Benítez Reyes no sólo crea un antólogo de la "poesía dominante", sino que se inventa, también, un falso pie de imprenta. Felipe Benítez, ahondando en su burla, asesina a su licenciado Eligio en las orillas del río Esgueva a su paso por Valladolid; ciudad donde tuvo su origen la estética "silente", contraria a la "experiencia" En dicha antología aparecen las figuras más destacadas de la poesía de los años 80 y 90; de Almuzara a Luis Antonio de Villena, pasando por Bejarano, Benítez Ariza, Cabanillas, de Cuenca, Duque Amusco, Marzal, Mateos, Gallego, Martínez Mesanza, Juan Luis Panero, Trapiello... y muchos otros.
Creo que Eligio Rabanera y su Sindicato del crimen son más elegantes que toda una banda de mentecatos (aunque ellos se crean grandes poetas) diciendo estupideces, por diversos medios, a diestro y siniestro. Un comportamiento, éste último, muy impropio de un intelectual, y mucho más acorde con un ser mediocre: aquel que no tiene suficiente inteligencia para conocer sus limitaciones.
Menos mal que hay personas, como Felipe Benítez, que tienen verdadero ingenio, y nos pueden regalar semejante libro. Una verdadera joya para los anaqueles más dignos.
Eligio Rabanera, El sindicato del crimen. Antología de la poética dominante, La Guna, 1994.
Creo que Eligio Rabanera y su Sindicato del crimen son más elegantes que toda una banda de mentecatos (aunque ellos se crean grandes poetas) diciendo estupideces, por diversos medios, a diestro y siniestro. Un comportamiento, éste último, muy impropio de un intelectual, y mucho más acorde con un ser mediocre: aquel que no tiene suficiente inteligencia para conocer sus limitaciones.
Menos mal que hay personas, como Felipe Benítez, que tienen verdadero ingenio, y nos pueden regalar semejante libro. Una verdadera joya para los anaqueles más dignos.
Eligio Rabanera, El sindicato del crimen. Antología de la poética dominante, La Guna, 1994.
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