Una colección de poemas bajo este título le sirvió a José Luis Piquero para ganar el Premio Asturias Joven de Poesía. Años más tarde, pasó a ser una sección del libro Monstruos perfectos, Renacimiento (1997). Pues bien, no me parece mejor calificativo para Carlos Iglesias. Los que no lo conozcan, Carlos Iglesias es un poeta con una encaminada trayectoria. Ha ganado el premio Voces del chamamé con el libro Virna o el silencio (2004), ha participado en las antologías Fábula de fuentes (2006) y Nombres propios (2007), además de colaborar en diversas revistas. Pero si se caracteriza por algo, además de ser una extraordinaria persona, es por poseer una de las mejores bibliotecas que conozco. Iglesias gusta de adornar sus ejemplares con la firma del autor. Esta pasión me la ha trasmitido a lo largo de nuestra estrecha amistad. Recuerdo anécdotas surrealistas como la de subirnos al escenario del teatro Filarmónica, en una grabación de "Las noches blancas" de Dragó (con el aforo completo y la gente perpleja al vernos subir a la tarima), para que Fernando Arrabal nos ilustrara varios de sus libros.
Ayer, en la lectura de Valdediós, Iglesias no se pudo resistir a la oportunidad de tener cerca a José Luis Piquero. Piquero, que no es propenso a participar en actos, se sorprendió con la retahíla de ejemplares que le llevó Carlos: algo que es habitual, ya que Carlos posee la habilidad de emocionar a cualquier autor, por muy veterano que sea.
Si los anaqueles de Carlos son valiosos, lo son aún más por las estampaciones que atesoran.
Ayer, en la lectura de Valdediós, Iglesias no se pudo resistir a la oportunidad de tener cerca a José Luis Piquero. Piquero, que no es propenso a participar en actos, se sorprendió con la retahíla de ejemplares que le llevó Carlos: algo que es habitual, ya que Carlos posee la habilidad de emocionar a cualquier autor, por muy veterano que sea.
Si los anaqueles de Carlos son valiosos, lo son aún más por las estampaciones que atesoran.
Es además uno de los poetas más guapos de Asturias. Le sienta tan bien la americana...
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