El otro día encontré, en una librería de "viejo", un libro de poemas de Pasternak, editado en la colección "La veleta", de Granada. Era un libro que buscaba desde hace tiempo. Me llevé una gran satisfacción al verlo a causa de su bella factura, además de su buen estado de conservación. Es una edición muy cuidada; encuadernación "rústica" de edición limitada a 500 ejemplares numerados a mano; éste, en concreto, es el número 25. Una buena "joyita" para mis anaqueles.
Una vez en casa, después de colocarlo en un atril (donde coloco los libros que voy a leer durante la semana) y contemplarlo detenidamente, me preguntaba por qué se deshizo su anterior dueño de este -para mí- valioso ejemplar. En la portada, además del precio -nada caro- viene el nombre -supongo- de su anterior dueño: Eduardo. Pues bien, ¿por qué este Eduardo se deshace de un buen libro por unos pocos euros? Es posible que el libro sea heredado y el nuevo propietario no lo estimase; o es posible que el dueño disponga de una inmensa biblioteca y no tenga sitio para más; o necesita dinero debido a la crisis; o ,sencillamente, que le parezca una basura. Por la dignidad del libro, espero que sea este último motivo la causa de su venta. Un libro -y menos uno como éste- no merece pasarse el resto de sus días olvidado en una estantería o, peor aún, guardado dentro de una caja en el trastero. Hay libros que merecen una segunda oportunidad. Por eso es conveniente devolver al libro a su origen, al estante de una librería, para que un nuevo lector le dé el cuidado y la atención que merece.
Boris Pasternak, Poemas, trad. de María Manent y Boyan Marcoff, Granada, Comares, col. La veleta, 1991.
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