Me llevo una grata sorpresa al descubrir la reciente publicación del nuevo poemario de Ricardo Defarges, Muere al nacer el día. Defarges pertenece a ese tipo de poeta que tanto me gusta: alejado de los círculos de escritores, sin haber alcanzado el reconocimiento que merece tanto de crítica como de público, pero con una obra sólida e identificativa desde sus primeros libros, sin hacer mucho caso a modas y estéticas predominantes. Alejado de todo eso, parece seguir fielmente el camino que se propuso en sus comienzos; aunque en los últimos quince años se le ha reconocido, merecidamente, su valía (recuerdo un artículo de Sánchez Torre publicado en Clarín). Continúa Defarges, en este libro, con la línea, que marcó desde Con la luz que declina (1991), de una poesía con cierta complejidad, de madurez, filosófica y culturalista. Sin embargo, aparecen (en menor número) poemas escuetos y sobrios, más próximos a sus primera etapa de juventud (tal vez, los más logrados, aunque reconozco, que es su primera etapa la que más me interesa de su obra). Predomina el poema homenaje, con los que el lector podrá acercarse a los gustos culturales del poeta: Dreyer, Bergman, Sartre, Huxley, Munch, Orwell... Casi se podría definir Muere al nacer el día como un libro de homenajes; pero, a pesar de esto, no deja de ser una buena lectura.
Ricardo Defarges, Muere al nacer el día, Sevilla, Renacimiento, 2010.
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