Es la perfección de su perfil, sobre todo -dijo.
Para mí (respondió otro) es la plenitud muscular.
Joven, fuerte, rotundo, vive en el dulce equilibrio
del estupor del roble y una tiranía de pétalos de oro...
Por lo demás es espléndido en su oficio. El mejor
portero del fútbol actual. Atinado y ágil. bajo el larguero
hay tardes que sus músculos tan firmes crecen como aves
de ligereza sorprendente y núbil. Príncipe de piedra y viento.
La belleza es un canon cultural -exigente- que repite
modelos perfectos desde Fidias o Praxiteles. Perfectos. Pero es
también la belleza la cualidad esplendente de lo transitorio.
Sin fungilidad, sin lo efímero, no existiría la belleza.
Y así es este Iker de ahora mismo (exacto número áureo)
brilla y mucho nos arde pues lo conocemos irremediablemente [caedizo.
Luis Antonio de Villena, Desequilibrios, Madrid, Visor, 2004.
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