Como Jekyll y Hyde, Robert Louis Stevenson tenía dos caras: una débil, reflejada en su delicada y achacosa salud; otra, en cambio, fuerte que manifestaba en su imponente prosa. Con pocos libros he sentido la necesidad de prolongar su lectura para que no llegara el final, en un acto de rebeldía (a base de innumerables pausas) ante tal evidente destino. RLS ha sacado, en parte, el Hyde que llevo dentro.
Es una de mis novelas favoritas ( estupendo tener gente que piensa lo mismo)
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