Cada cierto tiempo vuelvo a Faulkner o, mejor dicho, recaigo en Faulkner. Vuelvo al sur, a la Yoknapatawpha enigmática, decadente y paradójica. Vuelvo a meterme en su enredadera: esa prosa extensa, profunda, kilométrica. Épica, patrimonio, amor, envidia, honor y muerte. Voces que se mezclan sin saber de dónde vienen ni a quienes corresponden, pero que te llevan a su antojo como si una fuerza hipnótica te hubiera poseído.
William Faulkner, ¡Absalón, Absalón!, trad. de Beatriz Florencia, Alianza, Madrid, 1971.
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