No era la gloria, porque yo en la gloria
qué pinto. Ni siquiera era la fama.
Siempre fui tímido y le tuve siempre
un cierto horror al público y las cámaras.
Tampoco el oro, porque el oro exige
otra estrategia y otras artimañas.
-Mi ambición es llegar a no tener
más ambiciones que las necesarias-.
A estas alturas, si me asomo al fondo,
presiento que quizás lo que buscaba
era escribir, sobre mi propia vida,
mi versión de la vida retirada.
Javier Salvago, Volverlo a intentar, Sevilla, Renacimiento, 1989.
Un poema estupendo. El resumen sería: "vine a decir... que me iba", y, sin embargo, cuánta honestidad emocionante y desengaño verdadero hay en estos versos. Gracias por traerlos aquí.
ResponderEliminarDe nada. Lo mejor sería que el señor Salvago publicase un nuevo poemario para alegría de sus lectores; en los que me incluyo, claro.
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