Puras exhalaciones, los caballos sin freno:
pura sangre erizada en oleaje de crines
que, despeinadas, caen en la marea del sueño.
Sorda duerme la noche ofreciendo la espalda
sin saber que respira polvo, sudor y hierro.
Cascos, cascos aplastan la viva flor de piedra.
Jinetes abrasándose en el polen de fuego
sueltas llevan las riendas al despuntar el alba
y vencidos regresan por el túnel del tiempo.
Isabel Viñuela, Entre dos luces, Oviedo, Biblioteca de Oliver, 1986.
Una gran poeta lamentablemente olvidada. Me acuerdo perfectamente de ella, nos tratamos durante años. Hasta recuerdo de memoria alguno de sus poemas. Ah, el tiempo...
ResponderEliminarA mí me ha gustado mucho el libro. García Martín me contó su tragedia. Fue una pena, seguro que hubiera escrito buenos libros.
ResponderEliminarSaludos
No sólo pena sino efectos colaterales. Algún día habría que escribir no sé si un ensayo o un poema sobre las consecuencias de este tipo de actos en los alrededores afectivos y amicales. Es una devastación de la que luego nadie habla; preguntémonos por qué.
ResponderEliminarSu libro conjugaba la experiencia y un barroquismo contenido, además de una increíble perfección formal y mucho coraje.
"Acaso fuiste parca o sólo ibas de paso / cuando al filo del pecho sentí la rozadura...". (Cito de memoria). Uno de los mejores poemas que he leído nunca sobre la enfermedad y la muerte.
Un abrazo.
Y al final del túnel?...
ResponderEliminarUn placer descubrir tu blog.
Saludos
Es un placer, Saray. Me alegra que te guste. Yo también me paso por tu bitácora.
ResponderEliminarSaludos