viernes, 27 de agosto de 2010
LA OBRA COMÚN DE LOS HERMANOS MACHADO
Enrique Baltanás, La obra común de los hermanos Machado, Sevilla, Renacimiento, 2010.
jueves, 26 de agosto de 2010
LO IMPERDONABLE
Si olvidáis los amigos, burla hacéis del artista,
pobre comprensión dais al genio más profundo,
Dios sabe perdonarlo; pero nunca perdona
que perturbéis la paz de los amantes.
Hölderlin, Poemas, trad.de Luis Cernuda, Sevilla, Renacimiento, 2002.
pobre comprensión dais al genio más profundo,
Dios sabe perdonarlo; pero nunca perdona
que perturbéis la paz de los amantes.
Hölderlin, Poemas, trad.de Luis Cernuda, Sevilla, Renacimiento, 2002.
martes, 24 de agosto de 2010
Poetas e impostores
Encuentro un ejemplar de Poetas e impostores en el Fontán. Una antología de poetas asturianos de los 90: Leopoldo Sánchez Torre, Vicente Duque, Juan Alfonso Fernández, José Luis Piquero y Pelayo Fueyo. Lo llevo a la tertulia. Javier me dice que sale citado en este libro, concretamente en un poema de Piquero. "Pues no lo he visto", le digo yo. "Es que salen las iniciales de mi verdadero nombre: todavía no tenía seudónimo literario".
ALEGATO MORAL EN RESPUESTA A SU AMIGO J. G. A., QUE LE REPROCHA SU RENCOR HACIA LA VIDA
A la memoria de Gabriel Ferrater
Si me inclino a lo umbrío y me seducen
las sombras de la muerte, no pienses que reniego
de la vida o que encuentro placer en la desdicha.
Vivir es más complejo que una engañosa fórmula
de colores y música. Es un arte
que los hombres han hecho impracticable
con sus falsas imágenes de la felicidad.
En ellas la tristeza, en esos ídolos.
Aprender el dolor es necesario
si pretendes vivir, y conocerlo,
y hablarle cara a cara, y entender sus razones,
pues de la vida es propia
la dignidad, que a menudo se alcanza
en la renunciación a prolongar la vida inútilmente.
En cambio tú me hablas de la vida
como un hálito mágico,
en sí misma esplendor y valioso tesoro
que defender con uñas y con dientes,
alta en su propia altura,
bella como belleza que sola se engendrara.
Y denotas -¿por qué?- a quienes han sabido
escoger su destino, no rendirse
a lo que para ti es inevitable:
soportar como un don
una carga humillante hasta la fecha ignota.
La vida en sí no es nada si no hay alguien
a nuestro lado que ame lo que amamos,
y no es vida la ruina, el deterioro físico,
ni la vejez inhóspita y cansina,
sino arrastrarse en medio de insufrible miseria,
huyendo de una muerte hacia otra muerte.
Y el hombre que comprende unos versos y traza
con pulso firme unas pocas palabras
que otros hombres comprenden, está vivo.
Pero si no, está muerto y es absurdo
seguir andando cuando no hay sendero.
Ni es posible vivir en una patria inútil y mezquina,
ni exiliado del mundo incomprensible,
ni faltando el orgullo y la verdad.
Así, en grave gesto, hombres dotados
de avidez por la vida
escogieron la muerte de forma voluntaria;
a ella se enfrentaron, renunciando
con noble dignidad a una existencia
sin amor, juventud, inteligencia, comprensión o respeto,
prefiriendo ese otro
confín del universo donde el silencio es luz mucho más alta
y un consuelo no estar entre los muertos.
de José Luis Piquero.
Poetas e impostores [Antología], introducción de José Luis García Martín, selección de José Mª Cuesta Abad, Mieres, Versus, 1990
lunes, 23 de agosto de 2010
El "New Criticism" norteamericano
Me encanta comprar libros de segunda mano; sobre todo los que traen el Ex-libris del anterior propietario, o el sello de la librería donde fue adquirido, o alguna dedicatoria, o, simplemente, la fecha de la compra. Últimamente, en los libros que consigo en una librería de lance de Gijón, me encuentro con recortes de periódico de los años 70, siempre referidos al libro en sí. Debían pertenecer a un lector atento, al que agradezco su detalle.
T. S. Eliot, Criticar al crítico, trad. de Manuel Rivas Corral, Madrid, Alianza, 1967.
Guillermo de Torre, "El New Criticism norteamericano", en ABC, 17-septiembre, 1970.
viernes, 20 de agosto de 2010
El hombre que fue jueves
Cada año adquiero menos libros en la Semana Negra; los puestos son más pobres en cada edición. En la de este verano, salvo unos ejemplares para regalar, sólo me compré El hombre que fue jueves de Chesterton, y por recomendación de un amigo, que me sugirió la edición de Júcar (traducción de Alfonso Reyes). Curiosamente, Renacimiento acaba de reeditar esta misma edición. No soy muy devoto de las novelas policiacas (con excepción de Conan Doyle) y por eso he demorado tanto la lectura de la que dicen es la novela más popular de Chesterton; autor que tampoco tenía el gusto de haber leído y que no podía permitir su ausencia en mis anaqueles. Y, por lo visto, no me he equivocado al elegir la obra para iniciarme en el peculiar autor inglés. Una novela policiaca, pero distinta a cualquier otra del género; intrigante y, a la vez, hermosamente paradójica; dinámica, pero con grandes dosis de pensamiento metafísico y existencialista; entretenida y alegórica a partes iguales; filosófica y sorprendente en cada línea. En definitiva, una obra que me ha deslumbrado y que, seguramente, no será la última de Chesterton que lea.
G. K. Chesterton, El hombre que fue jueves, traducción y prólogo de Alfonso Reyes, edición de Felipe Benítez Reyes, Madrid, Júcar, 1991.
G. K. Chesterton, El hombre que fue jueves, traducción y prólogo de Alfonso Reyes, edición de Felipe Benítez Reyes, Madrid, Júcar, 1991.
miércoles, 18 de agosto de 2010
Madrid de Corte a checa
Madrid de Corte a checa ha colmado mis expectativas. Esperaba lo mejor de la que dicen es la mejor novela sobre la guerra civil escrita desde el bando nacional; y, después de su lectura, doy fe de que es cierta tal afirmación. Al principio tenía mis dudas respecto al conde, no creía que fuera capaz de alejarse de un panfleto propagandístico; me equivoqué. Foxá recrea, con una magnífica trama novelesca, posiblemente la época más trágica de la capital de España. Y lo hace con varios aciertos. Siempre me ha gustado la prosa de Valle-Inclán; las novelas en las que desfilan personajes reales, mezclados con otros ficticios; los diálogos sacados de un escenario; las traiciones políticas, y las amorosas; la ciudad como núcleo del argumento; la masonería... En definitiva, todo de lo que se nutre Foxá.
Lo que no esperaba (y en las primeras páginas) era encontrarme con lo siguiente:
"-Ha acabado la votación; se niega la existencia de Dios por una mayoría de siete votos."
Agustín de Foxá, Madrid de Corte a checa, Barcelona, Planeta, 1993.
lunes, 16 de agosto de 2010
A propósito de Cesare Pavese
EN UN HOTEL DE TURÍN
Agua en el vaso,
en la mesa somníferos.
Fin de la historia.
Agua en el vaso,
en la mesa somníferos.
Fin de la historia.
domingo, 15 de agosto de 2010
OFICIO DE VIVIR, de Marcos Tramón
18 de agosto 1950
Ed è subito sera
S. Quasimodo
En estas calles oscurece
como oscurece en los paisajes
donde fui niño.
Como una irrealidad,
como lúcida interpretación
de una vida,
de pronto anochece.
Antes de que oscurezca otra mañana,
antes de que caiga el alba,
decido con palabras
de despedida un gesto en el diario.
Marcos Tramón, Los días que te explican, Gijón, Llibros del Pexe, 2001.
Ed è subito sera
S. Quasimodo
En estas calles oscurece
como oscurece en los paisajes
donde fui niño.
Como una irrealidad,
como lúcida interpretación
de una vida,
de pronto anochece.
Antes de que oscurezca otra mañana,
antes de que caiga el alba,
decido con palabras
de despedida un gesto en el diario.
Marcos Tramón, Los días que te explican, Gijón, Llibros del Pexe, 2001.
jueves, 12 de agosto de 2010
Los juicios a Oscar Wilde
Fiscal: -Quisiera llamarle la atención sobre el estilo de su correspondencia con Lord Alfred Douglas.
Oscar Wilde:-Estoy listo. Jamás me avergüenzo del estilo de mis escritos.
Fiscal:- ¿Cree que un hombre normal le dirigiría esas expresiones a otro más joven?
Oscar Wilde:- En mi opinión, y felizmente, yo no soy un hombre normal.
Oscar Wilde, El arte del ingenio, trad. de Beatriz Torreblanca, Madrid, Valdemar, 2009
domingo, 8 de agosto de 2010
GLOSA A UN POEMA PRIMERIZO
Esta es la entrada número 100 de este blog. En los comienzos no imaginaba que llegaría tan lejos; si sería capaz de escribir algo, aunque no tenga interés alguno. Para celebrar la buena andadura, he revisado el poema de la primera entrada, siguiendo los consejos de Javier Almuzara.
GLOSA A UN POEMA PRIMERIZO
He fumado las hojas de los libros,
saboreando el humo
que dejan las palabras.
Calada tras calada,
me he perdido en los sueños,
que cobijamos en los más profundo
de nuestra libertad.
No hay misterio detrás de este poema
ni claves que resuelvan un enigma.
Tan sólo unas palabras pretenciosas
en la noche en que el humo me subió
a la cabeza.
GLOSA A UN POEMA PRIMERIZO
He fumado las hojas de los libros,
saboreando el humo
que dejan las palabras.
Calada tras calada,
me he perdido en los sueños,
que cobijamos en los más profundo
de nuestra libertad.
No hay misterio detrás de este poema
ni claves que resuelvan un enigma.
Tan sólo unas palabras pretenciosas
en la noche en que el humo me subió
a la cabeza.
viernes, 6 de agosto de 2010
De profundis
Resulta maravillosa la última edición de bolsillo del De profundis, que recientemente ha reeditado Siruela. Sencillamente conmovedora es esta extensa carta de Oscar Wilde dirigida desde la cárcel de Reading a su amante lord Alfred Douglas. Toda la pena, la vergüenza y el desamor del genial irlandés en unas páginas enternecedoras; muy distintas a las otras Cartas a lord Alfred Douglas (edición de Luis Antonio de Villena) editadas por Tusquets. De entre los muchos pasajes interesantes, en los que obsevamos el corazón desangelado del autor, me quedo con estos dos:
"Que todas mis cosas bonitas hubieran de venderse: mis dibujos de Burne-Jones; mis dibujos de Whistler; mi Monticelli; mis Simeon Solomons; mis porcelanas;mi biblioteca con su colección de volúmenes dedicados de casi todos los poetas de mi tiempo, de Hugo a Whitman, de Swinburne a Mallarmé, de Morris a Verlaine; con sus ediciones bellamente encuadernadas de las obras de mi padre y de mi madre [...] Si tu padre no hubiera podido pedirme las cosas, tú, lo sé perfectamente, al menos de palabra te habrías mostrado muy apenado por la pérdida de mi entera biblioteca, pérdida irreparable para un hombre de letras."
"... y tenías mucho interés en obtener mi permiso para publicar extractos y selecciones de... ¿qué cartas? ¡Las cartas que yo te había escrito desde Holloway! ¡Las cartas que para ti deberían haber sido lo más sagrado y lo más secreto del mundo entero! [...] Si en tu corazón no había nada que clamase contra un sacrilegio tan grosero, podías haberte acordado al menos del soneto que escribiera quien con tanta pena y desprecio vio vender en Londres, en pública subasta las cartas de John Keats, y haber entendido al cabo el auténtico sentido de mis versos:
I think they love not Art
Who break the crystal of a poet´s heart
That small and sickly eyes may glare or gloat."
Oscar Wilde, De profundis, Madrid, Siruela, 2010.
miércoles, 4 de agosto de 2010
De los derroteros de la palabra
El otro día Martín llevó a la tertulia un libro curioso: De los derroteros de la palabra, de Atilano Sevillano. Una buena colección de microrrelatos que enganchan al lector desde la primera página. En el momento que se pronunció en voz alta el nombre del autor, las miradas de los presentes se volvieron hacia mí (supongo por si guardamos algún parentesco). Desconozco si tenemos algún lazo lejano, pero, por lo visto en el retrato que acompaña a la solapa, tiene rasgos propios de la familia (que mejor omito); además tuve la oportunidad de ver su letra, en una carta (en la que el autor quería darse a conocer por nuestro grupo), y, curiosamente, es bastante parecida a la mía. Seguramente no estaremos emparentados, pero nos une un gusto literario: Kafka, Borges, E. Anderson Imbert, Cervantes, Cortázar, Monterroso... También en el uso de ciertos recursos: juegos de palabras, la admiración por la mitología, una leve tendencia a lo epigramático y, sobre todo, el culto de lo breve. Y muchas otras cosas que forman parte de este bello libro que, sin dudarlo, firmaría con mi nombre.
SCHEREZADE
Los cuentos tienen sus falsificaciones. De boca a boca nos ha llegado el rumor de que la joven, bella y astuta Scherezade no relató mil y un cuentos. Tras narrar doscientos ochenta, lamentó estar falta de inspiración, y sólo se le ocurrió un relato hiperbreve.
ATLAS
Cuentan que en alguna ocasión Atlas se tomaba vacaciones. Es por ello por lo que a veces sentimos el peso del mundo a nuestras espaldas.
LA PALABRA MÁS BELLA
Se cuenta que un viejo filólogo había consumido toda su existencia persiguiendo la palabra más bella del idioma. Había examinado una y otra vez los volúmenes de su vasta biblioteca. Allí estaban bien encuadernadas todas las palabras existentes y no había podido dar con la más bella. la causa de su fracaso, según unos, quizá se debiera a su gran visión calidoscópica que le impediría aislar una palabra de entre las demás y así separarla y medir su armonía y dulzura, según otros, a su miopía crónica.
LA EXPERIENCIA EN LA MÁXIMA
El tiempo aquel en que las palabras eran recién estrenadas, bastaba con irse de la lengua.
CONCURSO DE EPITAFIOS
Una prestigiosa revista nacional convoca su bianual Concurso de epitafios. A la hora de la entrega de tan disputado galardón, el autor del texto premiado no acude. El insigne y reputado jurado nunca le ha perdonado la descortesía de que ni si quiera hubiera presentado sus excusas.
CUENTAN
Desde antiguo cuentan que si pisas una flor azul matarás toda tu inspiración. A mí me lo contaron un día en que lamentaba estar falto de ella.
FRASE HECHA
No tengo tiempo ni para morirme, repetía insistentemente. Y, para no tener que desdecirse, fue muriéndose un poco cada día.
Atilano Sevillano, De los derroteros de la palabra, Salamanca, Celya, 2010.
León de noche
Vuelve la cara Ludwig van Beethoven,
dime qué ven, qué viento entra en tus ojos,
Ludwig; qué sombras van o vienen, van
Beethoven; qué viento vano, incógnito,
barre la nada... Dime
qué escuchas, qué chascado mar
roe la ruina de tu oído sordo;
vuelve, vuelve la cara, Ludwig, gira
la máscara de polvo,
dime qué luces
ungen tu sueño de cenizas húmedas;
vuelve la cara, capitán del fondo
de la muerte: tú, Ludwig van Beethoven,
león de noche, capitel sonoro.
Blas de Otero, Verso y prosa, Madrid, Cátedra, 1991.
dime qué ven, qué viento entra en tus ojos,
Ludwig; qué sombras van o vienen, van
Beethoven; qué viento vano, incógnito,
barre la nada... Dime
qué escuchas, qué chascado mar
roe la ruina de tu oído sordo;
vuelve, vuelve la cara, Ludwig, gira
la máscara de polvo,
dime qué luces
ungen tu sueño de cenizas húmedas;
vuelve la cara, capitán del fondo
de la muerte: tú, Ludwig van Beethoven,
león de noche, capitel sonoro.
Blas de Otero, Verso y prosa, Madrid, Cátedra, 1991.
martes, 3 de agosto de 2010
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