Hoy, Enrique García-Máiquez ha colgado en su blogg una traducción de Tomás Moro sobre un epigrama de la Antología Palatina, del que conocía la versión de Páladas de Alejandría. Un poema que me sirvió de inspiración para uno de los míos de La victoria en la derrota. Pues bien, acabo de abrir mi libro para releerlo y me llevo la sorpresa de que falta un verso (el 5º): cosas de las pruebas de imprenta, cómo las detesto. Les dejo el poema al completo:
DESPEDIDA DE GUIÑOL
Arriad las velas,
la compañía ya ha llegado a puerto.
El misterio se esconde tras la bruma,
mi carne se acartona por el frío.
Ahora, querida mía, puedes irte.
Regresa en la barcaza. Y continúa
jugando con tu mísero recreo
de afilar la guadaña y no dejar
títere con cabeza.
El poema está muy bien, pero su deuda con Páladas está muy interiorizada. Es un texto bien personal. Como a Ricardo Olay os puede la generosidad y la honestidad, y vais por ahí reconociendo deudas sin vacilaciones. Lo que dice mucho de vosotros.
ResponderEliminarLa deuda, en efecto, es mínima. Tan solo me sirvió de inspiración, pero como dice el refrán: De bien nacidos es ser agradecidos.
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