El viernes pasado descubrí en el blog de Ana Vega la edición de El triunfo de la muerte, una antología en la que participo. Veo, en la lista de colaboradores, que a mi amigo Rodrigo lo han bautizado bajo el nombre de Emilio, y no es la primera vez. Para cachondearme, le envío un e-mail con el enlace correspondiente y bajo el título de "vuelves a ser Emilio". Hoy, al regresar del trabajo, abro el correo electrónico y me encuentro con mi merecido castigo: un e-mail de Rodrigo diciendo: "Eres Marcos". Ya me gustaría a mí escribir como Marcos Tramón y, también, tener su tupida barba invernal. Y es posible que a Marcos le gustase tener mi edad (aunque no nos llevamos tanto) y un estómago capaz de soportar el humo de un buen tabaco de pipa.
Por lo que parece, este blog se lee; mal, pero se lee.
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