En Recuerdo de Lampedusa (1962), Francesco Orlando nos muestra, desde las experiencias compartidas, el retrato personal del autor del Gatopardo. Con una prosa delicada, el autor nos va desmigando el pensamiento del príncipe, así como sus hábitos y obsesiones. Según el joven discípulo, Lampedusa vivía como el aristócrata que era: se pasaba las mañanas de café en café y rebuscando por las librerías, a ver si pescaba algún librito interesante; por las tardes, se sentaba en su butaca preferida a leer o a conversar con su joven amigo. Orlando tuvo la suerte de ser recibido en el viejo edificio, donde vivía el príncipe. Allí conoció a un personaje entrañable, a la vez que un tanto excentrico. Sus gustos, sus manías, sus ideas políticas y, sobre todo, sus opiniones respecto a los autores universales son, en buena medida, un tanto extravagantes y personales, muy personales. Lampedusa tenía esa arrogancia y superioridad aristocrática que le hacía sentar cátedra, en cada uno de sus comentarios. En definitiva, un personaje totalmente seductor para cualquier joven que le guste la literatura. Y es que, a medida que se lee la prosa de Francesco Orlando, a uno le dan ganas de viajar en el tiempo, llegar a Palermo, ir al viejo edificio de Via Butera, y ser recibido por don Giuseppe Tomassi di Lampedusa.
Francesco Orlando, Recuerdo de Lampedusa, trad. Juan Antonio Méndez Borra, Valencia, Pre-Textos, 2006.