Mientras leo las memorias de Juan Luis Panero, encuentro la explicación a la quinta parte de mi libro La victoria en la derrota, que lleva por título "El mármol del recuerdo":
"Luego, el tiempo y la historia, algo que me ha obsesionado y que ya había descubierto en Pompeya, pero que en Egipto está aún más claro: la resistencia de la piedra frente al tiempo y la muerte. En México, muchos años después, Octavio Paz publicó en la editorial de Vuelta, vinculada a la revista del mismo nombre, una antología de mi poesía con el título de La memoria y la piedra. Es ese sentimiento el que se tiene en Roma, en Egipto o en México: el paso del tiempo y de los hombres frente a la terquedad inamovible de las piedras."
En mi caso, descubrí la resistencia de la piedra en Grecia.
Juan Luis Panero, Sin rumbo cierto. Memorias conversadas con Fernando Valls, Barcelona, Tusquets, 2000.
domingo, 31 de julio de 2011
martes, 26 de julio de 2011
Presentación de BROOKLYN EN BLANCO Y NEGRO
Mañana, Miércoles, a las 19:30 horas, en el Centro de Cultura Antiguo Instituto de Gijón, tendrá lugar la presentación del nuevo libro de Hilario Barrero, Brooklyn en blanco y negro (Universos). El acto será presentado por José Luis García Martín.
Ver noticia completa aquí
lunes, 11 de julio de 2011
martes, 5 de julio de 2011
Recital en Valdediós: TEMPUS FUGIT
Como todos los veranos, este viernes, 8 de julio, a las 19:30 horas, en el salón de actos del Monasterio de Valdediós, se celebrará un recital de poesía. El acto, presentado por José Luis García Martín y organizado por el Círculo Cultural Valdediós, contará con la presencia de los poetas José Manuel Feito, Aida Masip, Pablo Núñez, Cristian David López y Saray Alonso. Como suele ser habitual, a los asistentes se les entregará un ejemplar de Tempus fugit: una antología, preparada por José Luis García Martín, con poemas de los autores citados.
domingo, 3 de julio de 2011
Un poema desechado
En estos días en los que estoy revisando mi libro para mandarlo a imprenta, me encuentro un poema que escribí hace unos cinco años y que decidí desecharlo del volumen. Lo cuelgo porque, a pesar de ser un intento fallido, tiene algo de encanto.
ODA A JUAN LUIS PANERO
Cuando leo tus versos,
Juan Luis, en la tortura de la noche,
ahogado en el humo
de las ensoñaciones,
la Muerte bien vestida se presenta.
Me pregunta si es cierto
lo que veo en el filo del cuchillo,
si es vivir ver morir
o acaso una derrota
que presagia mi sueño melancólico.
Entonces los maestros
comparecen, me piden que les brinde
por una buena vida
más allá de la muerte,
al otro lado de la luz del alba.
Tú los conoces bien:
Quasimodo, Cavafis, Luis Cernuda,
Rulfo, Pavese, Borges,
Fitgerald y Vinyoli;
todos ellos bailando con la Muerte.
La fantasmagoría
se disipa con gesto cabizbajo,
sumisos bajo el yugo
de las sombras, te nombran,
Panero, su discípulo perfecto.
Pero no queda nada,
tú lo sabes, más lejos del cristal
rayado de la copa
que anima al entusiasmo
olvidado por años de naufragios.
Las horas se dilatan
como el humo pesado de una pipa.
Un tic tac de reloj
irrumpe en la cabeza
al ritmo del tambor de las batallas.
Mas la imagen se nubla
más allá de mi espíritu indecente,
solo la sombra débil
de un cuerpo malogrado
por excesos, fantasma de sí mismo.
Y mi alma es un desierto
donde acampan jinetes de Tijuana
-sabes de quiénes hablo-
con el gatillo listo,
apuntando de frente al entrecejo.
Ya han pasado las cinco
y me empeño en manchar una hoja en blanco,
oficio de suicidas,
encajando palabras
como piezas del puzle de mis días.
Vuelvo a tu voz, tus libros
cargados de ceniza maloliente,
de espejos que reflejan
el ayer, y fantasmas
que renacen del polvo del fracaso.
ODA A JUAN LUIS PANERO
Cuando leo tus versos,
Juan Luis, en la tortura de la noche,
ahogado en el humo
de las ensoñaciones,
la Muerte bien vestida se presenta.
Me pregunta si es cierto
lo que veo en el filo del cuchillo,
si es vivir ver morir
o acaso una derrota
que presagia mi sueño melancólico.
Entonces los maestros
comparecen, me piden que les brinde
por una buena vida
más allá de la muerte,
al otro lado de la luz del alba.
Tú los conoces bien:
Quasimodo, Cavafis, Luis Cernuda,
Rulfo, Pavese, Borges,
Fitgerald y Vinyoli;
todos ellos bailando con la Muerte.
La fantasmagoría
se disipa con gesto cabizbajo,
sumisos bajo el yugo
de las sombras, te nombran,
Panero, su discípulo perfecto.
Pero no queda nada,
tú lo sabes, más lejos del cristal
rayado de la copa
que anima al entusiasmo
olvidado por años de naufragios.
Las horas se dilatan
como el humo pesado de una pipa.
Un tic tac de reloj
irrumpe en la cabeza
al ritmo del tambor de las batallas.
Mas la imagen se nubla
más allá de mi espíritu indecente,
solo la sombra débil
de un cuerpo malogrado
por excesos, fantasma de sí mismo.
Y mi alma es un desierto
donde acampan jinetes de Tijuana
-sabes de quiénes hablo-
con el gatillo listo,
apuntando de frente al entrecejo.
Ya han pasado las cinco
y me empeño en manchar una hoja en blanco,
oficio de suicidas,
encajando palabras
como piezas del puzle de mis días.
Vuelvo a tu voz, tus libros
cargados de ceniza maloliente,
de espejos que reflejan
el ayer, y fantasmas
que renacen del polvo del fracaso.
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