martes, 1 de noviembre de 2011

TENGO UNA CITA CON LA MUERTE



Bajo el título Tengo una cita con la muerte se recoge una selección de poemas de autores muertos en la I Guerra Mundial. Los antólogos Borja Aguiló y Ben Clark, a quienes debemos este magnífico trabajo, han confeccionado este libro a partir de Up the Line to Death. The war Poets 1914-1918 (Methuen Publishing Ltd, 1964), recopilando a veintidós poetas que, además de compartir trinchera, acudieron a una cita temprana (prácticamente todos ellos murieron antes de cumplir los treinta años) con la muerte. Pero antes tuvieron la delicadeza de dejar escrito el horror de la contienda en unos estremecedores poemas.
Mi admirado Rupert Brooke comparte batallón con los no menos estimables Wilfred Owen, Edward Thomas, Alan Seeger y Leslie Coulson. Algunos de los datos sobre los poetas, que configuran el colofón del volumen,  son escalofriantes:

JEFFERY DAY (1 de diciembre de 1896-27 de febrero de 1915). Aviador. Derribado por seis aviones enemigos, amerizó con éxito, pero no pudo ser rescatado. Murió a los 24 años.

WILLIAM NOEL HODGSON (3 de enero de 1893-1 de julio de 1916). Héroe de la batalla de Loos. Murió el primer día de la batalla del Somme a consecuencia de los disparos de una ametralladora alemana que le perforó el cuello. Tenía 23 años.

WILFRED OWEN (18 de marzo de 1893-4 de noviembre de 1918). Murió durante el cruce del canal Sambre-Oise apenas una semana antes del fin de la guerra. Tenía 25 años.

ALAN SEEGER (22 de junio de 1888-4 de julio de 1916). El autor del poema que le ha dado título a este libro nació en Nueva York y murió en Belloy-en-Santerre, animando a gritos a sus compañeros a seguir avanzando mientras el yacía herido de muerte por los disparos de seis ametralladoras. Tenía 28 años.

CHARLES HAMILTON SORLEY (19 de mayo de 1895-13 de octubre de 1915). Recibió un disparo de un francotirador en la cabeza durante la batalla de Loos. Murió a los 20 años.

Casi cien años después, en esta apacible sobremesa (con una copa de oporto, una buena pipa y el Adagio para cuerdas de Samuel Barber, de fondo), tengo una cita con todos ellos.

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