lunes, 10 de agosto de 2009

Una de sabotaje

Estos días, aprovechando que no emiten nada interesante en la parrilla de televisión, me estoy poniendo las botas con mis viejas cassettes de Vhs. Una de mis preferencias son las películas de los años 70 y 80; en especial, las primeras direcciones de Clint Eastwood. Tanto The Eiger Sanction como Firefox me resultan dos maravillosas películas de espías, que no pierden brillo con el paso del tiempo. La escalada al famoso "Ogro" alpino es de lo más excitante; no menos que el robo del avión más moderno de la "guerra fría".
Más sorprendente resultó encontrarme, hace un par de meses, en una librería de viejo, un ejemplar de la novela Firefox, de Craig Thomas. No tenía ni idea de que se hubiese publicado en España; de hecho le pregunte al librero por dicho libro, y él, que suele comentar (sin pelos en la lengua) la vida y milagros de cualquier escritor, por primera vez no tenía conocimiento alguno del autor, Craig Thomas, ni, tampoco, de la película de Eastwood. Desgraciadamente la novela no está a la altura del filme; sin embargo, su lectura es entretenida. No deja de ser un Best-seller ya que su publicación original es del año 77 (Londres, Michael Joseph Ltd.), su traducción al castellano es solamente dos años posterior. Este es un buen ejemplo de cómo la obra de un escritor se conoce por el ingenio de un cineasta.


Craig Thomas, Firefox, Barcelona, Pomaire, 1979.
Clint Eastwood, Firefox, 1982.
Clint Eastwood, The Eiger Sanction, 1975.

jueves, 6 de agosto de 2009

Silogismos de la amargura

Existe en la estupidez una gravedad que, mejor orientada, podría multiplicar el número de obras maestras.
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Sólo cultivan el aforismo quienes han conocido el miedo en medio de las palabras, ese miedo a derrumbarse con todas las palabras.
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Las fuentes de inspiración de un escritor son sus vergüenzas; quien no las descubra en sí mismo o las eluda está condenado al plagio o a la crítica.
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Admitiría sin límites a Omar Jayyam, sus tristezas sin réplica, si no hubiera conservado una última ilusión: por desgracia creía aún en el vino.
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Una poesía digna de ese nombre comienza por la experiencia de la fatalidad. Sólo los malos poetas son libres.
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Tras las metáforas, la farmacia. -Así se desmoronan los grandes sentimientos.
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¡Tantas páginas, tantos libros que fueron fuente de emoción para nosotros, y que releemos para estudiar la calidad de los adverbios o la propiedad de los adjetivos!
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Fracasar en la vida es acceder a la poesía -sin el soporte del talento.
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Modelos de estilo: el juramento, el telegrama y el epitafio.


E. M. Cioran, Silogismos de la amargura, trad. de Rafael Panizo, Barcelona, Tusquets, 2002.