domingo, 2 de mayo de 2010

TRANSPARENCIA, de José Cereijo

Cuando uno es joven, tiene frecuentemente sueños que no se parecen gran cosa a la existencia real, de la que son una especie de suplemento, de redención o de condena; en todo caso, una huida. A medida que pasan los años, sin embargo, esa capacidad de distanciarse se va perdiendo, y los sueños se acercan progresivamente a la realidad, de la que apenas les separa ya un velo cada vez más tenue. Quizás un día soñemos con lo mismo que nos rodea: la propia cama, la habitación, el primer sol que entra por los huecos de la persiana. Nos levantaremos una vez más, nos perderemos, como siempre, por los viejos pasillos de la casa. Alguien entonces llamará, ya inútilmente, al médico, o a la policía.




José Cereijo, Apariencias, Renacimiento, Sevilla, 2005.

2 comentarios:

  1. Es un microrrelato estupendo. Gracias por refrescárnoslo. (Yo espero seguir teniendo sueños desvaídos durante muchos años.)

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  2. Gracias, honradamente, por tu comentario. Para mí, los mejores sueños son los desvaídos, los que separan la delgada frontera del sueño y la durmevela.
    Un saludo.

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