martes, 3 de noviembre de 2009

The Soldier, by Rupert Brooke

THE SOLDIER

If I should die, think only this of me:
Taht there´s some corner of a foreing field
That is for ever England. There shall be
In that rich earth a richer dust concealed:

Adust whom England bore, shaped, made aware,
Gave, once, her flowers to love, her ways to roam,
A body of England´s, breathing English air,
Washed by the rivers, blest by suns of home.

And think, this heart, all evil shed away,
A pulse in the eternal mind, no less
Give somewhere back the thoughts by England given;

Her sights and sounds; dreams happy as her day;
And laughter, learnt of friends; and gentleness,
In hearts at peace, under an English heaven.


La primera vez que me encontré este poema fue en Poesía inglesa del siglo xx (Llibros del pexe, 1993), una versión de Carlos Clementson, la cual no me produjo una grata impresión. Sin embargo, muchos años después este poema vuelve a mis ojos, esta vez, en una versión del poeta canario Domingo Rivero; poeta por el que tengo predilección. A partir de este momento y hasta la fecha, no ha dejado de cautivarme.

EL SOLDADO, DE RUPERT BROOKE

Si yo muero, pensad esto sólo de mí:
que allí donde me entierren habrá un rincón de tierra
extraña, que será para siempre Inglaterra.
El polvo generoso que ha de esconderse allí

el ser debió a Inglaterra que maternal le dio
flores que amar y sendas que recorrer, un día,
y un cuerpo todo suyo, pues de su aire vivía,
lo bañaron sus ríos y su sol lo curtió.

Y pensad que este pecho, de mal purificado,
hará con ritmo eterno, donde muera el soldado,
brotar los pensamientos porque Inglaterra es;

sus campos, sus rumores, ensueños de ventura,
y risas aprendidas de amigos, y ternura
en pechos que atesoran paz, bajo un cielo inglés.


(versión de Domingo Rivero)

Un amigo mío, conociendo mi cariño por este poema, me envió una versión del mismo -para sorpresa mía- por otro de mis poetas preferidos: Leopoldo Panero.

EL SOLDADO
(Rupert Brooke)

Si es que muero, esto sólo pensad, tan sólo esto:
que algún rincón cualquiera de alguna tierra extraña
es ya Inglaterra siempre. Mis huesos habrán puesto
su puñado de polvo de otra tierra en la entraña.

Polvo a quien dio Inglaterra forma, palabra, gesto;
sus flores para amarlas, para andar su campaña;
vaho mortal y polvo de Inglaterra compuesto,
que en sol se bendice y en sus aguas se baña.

Y pensad que ya limpio de todo mal el hueso,
pulso vital, el alma derrama la abundancia
que Inglaterra le diera con generoso exceso:

su dulce sueño alegre, su música y fragancia;
la risa entre los labios de la madre; y el beso
de un corazón que duerme, bajo el cielo, en su infancia.


Esto demuestra, en parte, la coherencia de mi gusto. Y es que la mayoría de mis autores favoritos mantienen unos lazos muy estrechos a pesar de la distancia temporal. Esto -me parece- que se llama tradición. Espero, algún día, formar parte de la misma.



Poesía inglesa del siglo veinte, ed. de José Luis García Martín, Gijón, Llibros del pexe, 1993.
Domingo Rivero, Yo, a mi cuerpo y otros poemas, Barcelona, Acantilado, 2006.
Leopoldo Panero, Obras completas, ed. de Juan Luis Panero, Madrid, Editora Nacional, 1973.

3 comentarios:

  1. Hay una traducción también muy buena que hizo José Luis Piquero al asturiano y que está en sus Cincuenta poemes ingleses del sieglu XX. La de Clemenston que citas, con no estar mal, probablemente no sea lo contundente que el poema merece (y, digo más, que el poema pide). Desde luego no es ni remotamente parangonable, en mi opinión, con las de Rivero y Panero.
    Hala, firmo como se estila en este blog:
    ROV

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  2. Buena aportación, muchacho. Tendré que cotejar la versión de Piquero. Al final va a resultar que casi todos los poetas que me gustan han escrito una versión de este poema.
    Respecto a lo de Clemenston, opino lo mismo.

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  3. Es bueno encontrar amigos en los lugares comunes

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