-¿Podéis..., podéis sentaros? -preguntó Scrooge, mirándolo dubitativamente. -Puedo hacerlo. -Hacedlo, pues. Scrooge formuló la pregunta porque dudaba de que espectro tan transparente pudiera estar en condiciones de ocupar asiento, y comprendió que si eso no fuera posible daría lugar a embarazosas explicaciones.
Charles Dickens, Canción de Navidad, trad. de A. Pereda, Sarpe, Madrid, 1984.
No hay comentarios:
Publicar un comentario